Insultar es lo corriente, te persigue, te amenaza. Me va a insultar debajo de mi casa. Me empujó, me agarraron entre dos. Al principio no me chivé, me quitaban los zapatos, los tiraban, la mochila. Me pidió rollo y dije que no. Una vez entre el y otro quisieron bajarme los pantalones, en el autobús. El conductor pasaba de todo. Yo aterrorizada. Se lo conté a mi madre. Me sigue diciendo, te voy a amargar la vida, te voy a matar. Yo paso, intento hacer como que no me importa. Dejé de ir en el autobús. Pienso todas las noches, mañana que me hará. Una humillación, no se pone la gente de mi parte porque tienen miedo. Un día me tiró una paloma muerta y caca de perro. Y piedras, muchas me tiró. Tuve muchas ganas de “desaparecer”, por no aguantarlo. En serio. No veía otra salida. Se me junta todo. Esto y las notas son la mayor preocupación de mi vida. Tengo un 5% de esperanza en que no tenga que sufrir más, porque es peor que un cáncer y que apruebe el año que viene, que salga adelante y que venga esa sonrisa a mi, para que vuelva a ser feliz y no mire las cosas malas de la vida sino las buenas….
María 14 años. Víctima del bullying.
Ante este relato me posiciono sobre la diversidad y multitud de casos de adolescentes, que como María, son víctimas de acoso escolar o “bullying”. Éste se produce en una etapa en la cual el menor comienza a sentir cambios en su cuerpo y en su identidad, haciéndose llamar la adolescencia como aquella etapa de la vida más difícil en la que el menor se encuentra inmerso en numerosos cambios que afectan a sus relaciones, tanto familiares como entre iguales, y el que existe una continua búsqueda del sí mismo y un aumento del pensamiento crítico, sentimentalidad y autonomía personal.
Cabe destacar como más importante el factor de oposición hacia la autoridad de los padres al no verse comprendidos. Por ello, es muy importante la relación que van a tener con su grupo de iguales, como forma de verse identificados, y personas donde poder expresar lo que sienten y sentirse comprendidos por ellos. Se refuerza aquí el sentimiento de seguridad al encontrar un grupo con el cual poder identificarse, pero que en algunos casos, no siempre es efectivo, ya que pueden caer en el error de dejarse llevar por los demás simplemente por ser aceptados, sin importarles el tener que cambiar de personalidad, y dejar a un lado lo que realmente son.
Todo ello trasladado al ámbito escolar, hace que los chicos les cueste trabajo el adaptarse, tanto a la escuela como a los compañeros, que se vea incrementado por la influencia del entorno y que hace queden adaptados o no dentro de ese círculo. Por lo tanto hay que tener en cuenta que se pueden suceder a consecuencia de ello situaciones de frustración que desemboquen en agresividad y autoridad, o por el contrario, en disminución de la autoestima que hagan que se queden vulnerables a las actuaciones sobre éste los demás compañeros.
Para que se produzca maltrato o “bullying” en el entorno escolar se tienen que evidenciar una serie de elementos que son:
• Un deseo intencional y obsesivo que se materialice en acciones agresivas.
• Que se produzca contra alguien que posee menos “poder”
• Que tenga lugar de un modo reiterado
• Que exista carencia de argumentación por la que se realice la agresión.
Las agresiones se pueden dar de forma verbal (por ejemplo, burlas), en forma de intimidación psicológica (pedir que hagan algo en contra de su voluntad, notas amenazadoras.), en forma de agresión física (collejas, zancadillas.), en forma de aislamiento (no les deja participa en la dinámica del grupo) y por último, y el más novedoso, en forma de acoso mediante las tecnologías (grabaciones de videos, manipulación de la persona a través de las redes sociales.)
En todas estas agresiones cabe destacar que se dan una situación semejante en todas, y es que siempre va a haber un adolescente que sea dañado y sumiso al agresor, un conjunto de personas que actúan alrededor del agresor que sienten miedo de ser tratados de la misma forma y por ello no le contradicen (siendo, por lo tanto, víctimas también) y una persona que posea autoridad y el que realice la acción de la agresión. Aunque cabe destacar, que en la actualidad, también se está producción una forma de acoso en la que no existe una figura principal, sino que es un grupo entero el realiza la acción, “bullying en masa” y que se atenta contra una persona que se le considera inferior.
Con respecto a esto último quiero destacar que, antes de llegar a este punto, siempre se ha de pasar por la situación que he venido describiendo anteriormente, ya que siempre hay una persona que toma la iniciativa, aunque la consecuencia de ello sea que todos adopten la misma actitud, y llevan a cabo la acciones de forma reiterada siempre en grupo.
Pues bien, todo lo detallado anteriormente, desgraciadamente, es un hecho que se repite en nuestras escuelas de forma reiterada, y que además se está llegando a tal punto que se está considerando como un hecho normalizado, y al que no se le pone una solución a ello.
Existe la “Guía para el equipo docente”, la cual recoge una serie de postulados y medidas para la actuación de los profesores ante casos de “bullying”. Pero desde mi punto de vista, creo que ello debería ser complementado con la formación y preparación del profesorado para la detección y actuación en estos casos, para que sepan y tengan en cuenta cuáles pueden ser los síntomas que de ello se provoca, además de cómo poder interactuar con los menores para llegar a una posible solución.
Es evidente que en este campo el papel de la educación social dentro de las escuelas es muy importante, y que poco, se está teniendo más en cuenta. Ya la LOE y la LEA lo dicen es sus artículos, el reclamo de nuevos perfiles profesionales que estén especializados en la diferentes necesidades que dentro del entorno escolar se puedan suceder. Es muy importante que nuestro papel como profesionales esté muy unido al del profesorado y los diferentes profesionales de los que se compone la escuela. Nuestra actuación en la prevención, en la mediación de los conflictos, en la aplicación de los programas y en el seguimiento individualizado del agredido como el agresor tiene que estar muy unida con las actuaciones que los otros profesionales lleven a cabo, de manera que, se haga una actuación más inclusiva, efectiva y satisfactoria para las consecución de mejoras sociales en esta materia.
No me puedo dejar atrás la relación de acompañamiento y seguimiento con las familias, ya que es el pilar fundamental de socialización y transmisión de valores al adolescente, y su principal apoyo (supuesto) en estos casos. Se dan casos de diferentes estilos educativos por parte de ésta, por lo que también es importante trabajar con ello, además de la estructuración que presente cada una, y tenerlo en cuenta para fomentarlo, o por el contrario, buscar alternativas para que mejore la relación entre el menor y su familia, para la posterior mejora de actitudes en el adolescente.
Por último, me gustaría también destacar nuestro trabajo con los principales afectados: agresor y agredido. En el primer caso nos encontramos con adolescentes que probablemente presenten en el futuro conductas delictivas, lo que hará que ponga en peligro su adaptación en la sociedad. En el segundo, nos encontramos con menores con baja autoestima, con problemas de salud y emociones y con reacciones que pueden acabar en suicidio. Tanto el uno como el otro son materia de nuestra intervención, ya que ambos pueden convocar en la desadaptación social. Es importante trabajar en esa edad para que en un futuro puedan hacer frente a todas las situaciones que se le produzcan, y no vuelvan a cometer las mismas acciones que hagan ponerse en vulnerabilidad, fomentando en ello el autoconocimiento, autodeterminación y el saber afrontas las dificultades.
Ante este relato me posiciono sobre la diversidad y multitud de casos de adolescentes, que como María, son víctimas de acoso escolar o “bullying”. Éste se produce en una etapa en la cual el menor comienza a sentir cambios en su cuerpo y en su identidad, haciéndose llamar la adolescencia como aquella etapa de la vida más difícil en la que el menor se encuentra inmerso en numerosos cambios que afectan a sus relaciones, tanto familiares como entre iguales, y el que existe una continua búsqueda del sí mismo y un aumento del pensamiento crítico, sentimentalidad y autonomía personal.
Cabe destacar como más importante el factor de oposición hacia la autoridad de los padres al no verse comprendidos. Por ello, es muy importante la relación que van a tener con su grupo de iguales, como forma de verse identificados, y personas donde poder expresar lo que sienten y sentirse comprendidos por ellos. Se refuerza aquí el sentimiento de seguridad al encontrar un grupo con el cual poder identificarse, pero que en algunos casos, no siempre es efectivo, ya que pueden caer en el error de dejarse llevar por los demás simplemente por ser aceptados, sin importarles el tener que cambiar de personalidad, y dejar a un lado lo que realmente son.
Todo ello trasladado al ámbito escolar, hace que los chicos les cueste trabajo el adaptarse, tanto a la escuela como a los compañeros, que se vea incrementado por la influencia del entorno y que hace queden adaptados o no dentro de ese círculo. Por lo tanto hay que tener en cuenta que se pueden suceder a consecuencia de ello situaciones de frustración que desemboquen en agresividad y autoridad, o por el contrario, en disminución de la autoestima que hagan que se queden vulnerables a las actuaciones sobre éste los demás compañeros.
Para que se produzca maltrato o “bullying” en el entorno escolar se tienen que evidenciar una serie de elementos que son:
• Un deseo intencional y obsesivo que se materialice en acciones agresivas.
• Que se produzca contra alguien que posee menos “poder”
• Que tenga lugar de un modo reiterado
• Que exista carencia de argumentación por la que se realice la agresión.
Las agresiones se pueden dar de forma verbal (por ejemplo, burlas), en forma de intimidación psicológica (pedir que hagan algo en contra de su voluntad, notas amenazadoras.), en forma de agresión física (collejas, zancadillas.), en forma de aislamiento (no les deja participa en la dinámica del grupo) y por último, y el más novedoso, en forma de acoso mediante las tecnologías (grabaciones de videos, manipulación de la persona a través de las redes sociales.)
En todas estas agresiones cabe destacar que se dan una situación semejante en todas, y es que siempre va a haber un adolescente que sea dañado y sumiso al agresor, un conjunto de personas que actúan alrededor del agresor que sienten miedo de ser tratados de la misma forma y por ello no le contradicen (siendo, por lo tanto, víctimas también) y una persona que posea autoridad y el que realice la acción de la agresión. Aunque cabe destacar, que en la actualidad, también se está producción una forma de acoso en la que no existe una figura principal, sino que es un grupo entero el realiza la acción, “bullying en masa” y que se atenta contra una persona que se le considera inferior.
Con respecto a esto último quiero destacar que, antes de llegar a este punto, siempre se ha de pasar por la situación que he venido describiendo anteriormente, ya que siempre hay una persona que toma la iniciativa, aunque la consecuencia de ello sea que todos adopten la misma actitud, y llevan a cabo la acciones de forma reiterada siempre en grupo.
Pues bien, todo lo detallado anteriormente, desgraciadamente, es un hecho que se repite en nuestras escuelas de forma reiterada, y que además se está llegando a tal punto que se está considerando como un hecho normalizado, y al que no se le pone una solución a ello.
Existe la “Guía para el equipo docente”, la cual recoge una serie de postulados y medidas para la actuación de los profesores ante casos de “bullying”. Pero desde mi punto de vista, creo que ello debería ser complementado con la formación y preparación del profesorado para la detección y actuación en estos casos, para que sepan y tengan en cuenta cuáles pueden ser los síntomas que de ello se provoca, además de cómo poder interactuar con los menores para llegar a una posible solución.
Es evidente que en este campo el papel de la educación social dentro de las escuelas es muy importante, y que poco, se está teniendo más en cuenta. Ya la LOE y la LEA lo dicen es sus artículos, el reclamo de nuevos perfiles profesionales que estén especializados en la diferentes necesidades que dentro del entorno escolar se puedan suceder. Es muy importante que nuestro papel como profesionales esté muy unido al del profesorado y los diferentes profesionales de los que se compone la escuela. Nuestra actuación en la prevención, en la mediación de los conflictos, en la aplicación de los programas y en el seguimiento individualizado del agredido como el agresor tiene que estar muy unida con las actuaciones que los otros profesionales lleven a cabo, de manera que, se haga una actuación más inclusiva, efectiva y satisfactoria para las consecución de mejoras sociales en esta materia.
No me puedo dejar atrás la relación de acompañamiento y seguimiento con las familias, ya que es el pilar fundamental de socialización y transmisión de valores al adolescente, y su principal apoyo (supuesto) en estos casos. Se dan casos de diferentes estilos educativos por parte de ésta, por lo que también es importante trabajar con ello, además de la estructuración que presente cada una, y tenerlo en cuenta para fomentarlo, o por el contrario, buscar alternativas para que mejore la relación entre el menor y su familia, para la posterior mejora de actitudes en el adolescente.
Por último, me gustaría también destacar nuestro trabajo con los principales afectados: agresor y agredido. En el primer caso nos encontramos con adolescentes que probablemente presenten en el futuro conductas delictivas, lo que hará que ponga en peligro su adaptación en la sociedad. En el segundo, nos encontramos con menores con baja autoestima, con problemas de salud y emociones y con reacciones que pueden acabar en suicidio. Tanto el uno como el otro son materia de nuestra intervención, ya que ambos pueden convocar en la desadaptación social. Es importante trabajar en esa edad para que en un futuro puedan hacer frente a todas las situaciones que se le produzcan, y no vuelvan a cometer las mismas acciones que hagan ponerse en vulnerabilidad, fomentando en ello el autoconocimiento, autodeterminación y el saber afrontas las dificultades.
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