Muchos de nosotros sabemos que existen multitud de perfiles de personas que ingresan en prisión cada año, pero que al final y al cabo los calificamos como delincuentes, y que como tal, necesitamos arrancarlos de nuestra sociedad e insertarlos en un mundo aparte donde convivan entre ellos, alejados del resto de personas que respetan la ley.
Toda persona que ingresa en prisión, se supone que ingresa con un fin reeducativo y de reinserción, para ayudar a esa persona a desaprender lo aprendido. Primero se centran en las características individuales y el modulo que le corresponde; después la progresión que va llevando a cabo, subiendo de grado; a medida que se da ello, el tratamiento de servicios de la prisión, por ejemplo talleres; y finalmente, también, que cumpla su condena en el lugar donde posea arraigo social.
Creo que todos en un momento dado nos hemos preguntado si han trabajado con la persona para que su inserción a la sociedad sea satisfactoria, y por ello, no vuelva a reincidir. Existen los CIS (Centro de Inserción Social), dónde solo ingresan las personas que se encuentra en libertad condicional, y se llevan a cabo programas, como por ejemplo educación para padres que aún no conocen a sus hijos, educación para la salud… Pero son pocas las personas que pasan a ese módulo, debido a la masificación, y que conlleva que se deje a un lado el tratamiento individualizado, y solo se limiten a tenerlos encerrados y tras el cumplimiento de condena, devolverlos a la calle sin tener en cuenta si están preparados para ello.
Si hay poco apoyo institucional con respecto a la verdadera reeducación en las cárceles y al seguimiento de los expresidiarios, imaginaros el plano de la iniciativa social. También son pocas las asociaciones que trabajan con este colectivo, por lo que aún más se refuerza la poca cantidad de apoyo que pueden recibir estas personas en su itinerario de inserción para que a partir de algún órgano les pueda guiar.
Ante esta característica, hay que añadir que existen multitud de problemáticas en las diferentes personas que están dentro de prisión. Podemos nombrar los problemas de adicciones, las enfermedades mentales, que aumentan la condena por ello, creyendo que será mejor su recuperación, pero que sin embargo no les ofrecen un tratamiento sanitario específico para mejorar en ello.
Concretamente, la problemática de la drogadicción está muy extensa dentro de prisión, y para ello ofrecen la UTE (Unidad de Tratamiento Educativo), para que los presos, de forma voluntaria, puedan acceder a él una vez que han reconocido sus problemas con la droga, y por ello, querer superarlo. Son muchas las consecuencias psicosociales que sufren tales como estados de ansiedad, alteraciones en la personalidad, y que por ello, si están dispuestos a superarlo, pueden utilizar la opción de la UTE.
Pero también existen comunidades terapéuticas exteriores a las prisiones, que colaboran en esta problemática, ya sea de forma alternativa al internamiento en prisión, una vez que han cumplido su condena, o porque el juez lo vea más conveniente. Por ello, las personas que acceden a él normalmente son por orden judicial, aunque existe también el perfil de personas que ingresan voluntariamente, y que no han tenido relación alguna con las prisiones.
En concreto, FADAIS, es uno de los centros terapéuticos con estas características, y que debido a que la vida de una persona dependiente se entorna a las drogas, ellos ofrecen alternativas para ello: psicológicas, a través de la formación y concienciación individual y de la terapia de grupos; laboral- ocupacional, a partir de los horarios y normativas que tienen que cumplir. No pretenden curar ni solucionarles los problemas, sino darles herramientas para que ellos afronten las diferentes situaciones que se le puedan producir.
Es muy importante que el perfil del educador social sea adaptable a todas las circunstancias que se puedan producir en problemáticas del colectivo que se encuentra en prisión. Tener capacidad de escucha, saber entender, que tenga capacidad de discernimiento, empático… son rasgos principales para trabajar con estas personas, ay que la principal carencia que presentan es la falta de afectividad y de relaciones sociales.
Así, también veo muy importante el trabajo con las familias, y aunque es muy escaso, reivindicarlo desde nuestra profesión, ya que, la reinserción y rehabilitación de una persona que está en prisión parte del apoyo y relación que mantenga con su entorno más cercano. Es una crueldad que por masificación en las prisiones, una persona tenga que ser ingresada en una cárcel de una ciudad diferente, porque así se influye más en que la persona tenga mucho más difícil si inserción, y que los familiares puedan ir a visitarlo.
Es un colectivo que tiene muy limitados sus derechos y la eliminación de los estereotipos que se les asigna. Es muy difícil que a partir de las pocas intervenciones que se lleven a cabo, la situación de estas personas en la sociedad mejoren, ya que siempre van a estar manchados por la delincuencia. Quizás, la inversión en políticas de inclusión de estas personas, tanto en educación como en empleo, además de en sensibilizar a la sociedad sería muy beneficioso para ellos, pero que como es normal, no se actúa debido a que no es una atracción para la ciudadanía que el gobierno actué de tal forma. Creo que aún así, nuestra labor, y de las pocas asociaciones que puedan trabajar en ello, es muy importante para qué pasito a pasito nos vallamos acercando a la igualdad de derechos a poder desarrollarnos en la sociedad y que estas personas no sean estigmatizadas por un hecho pasado de sus vidas, sino bien vistas por el desarrollo satisfactorio que están llevado a cabo.
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